La terapia individual se basa en la relación que se construye entre paciente* y terapeuta, donde a través de un vínculo de confianza el paciente abre su mundo a un otro, como un anfitrión permite entrar a su hogar a un invitado, y el terapeuta es un visitante cuidadoso y respetuoso de esta apertura. Esta relación se construye en gran parte gracias a la confianza, compromiso y respeto mutuo.
El objetivo es que el terapeuta pueda acompañar al paciente en su dolor, poder ponerle nombre a lo que le ocurre y buscar vías para encaminar aquello que le impide sentirse pleno.
La psicoterapia forma parte de un tratamiento, en ocasiones por voluntad del paciente o bien derivado por un médico psiquiatra o de otra especialidad, y es necesario que la practique un profesional con formación en terapia psicológica, idealmente acreditado.
La duración de la psicoterapia va variando de paciente a paciente, dependiendo de lo que necesite o quiera cambiar, buscándose un consenso entre la visión del terapeuta y del paciente.
*Todo lo descrito aquí hace referencia de mi forma de trabajar, basada en mi formación y experiencia. Tal como cada paciente es único, cada terapeuta también es distinto en su forma de hacer terapia.
*Uso el término paciente entendiéndolo como «quien padece», como una persona que está sufriendo. No como alguien pasivo. Una persona que va a terapia y es pasiva con su tratamiento difícilmente puede sanar.