En una época de crisis mundial como la que estamos viviendo, es necesario recordar las herramientas con las que todos contamos con el fin de hacer frente a al complejo escenario en el que nos encontramos.
El utilizar estas herramientas, ya sea reencontrándonnos con ellas o perfeccionándolas, no es sólo útil para estos momentos sino imperativo. Nos enfrentamos a un desafío que no sólo interpela nuestras habilidades sociales de cooperación y coordinación, sino también nuestra capacidad de manejar nuestra propia salud mental.
Con el fin de centrarme en una herramienta en particular, hoy escribiré sobre la creatividad y cómo puede ser clave en estos momentos como un medio para encauzar las distintas emociones que podemos estar sintiendo en el contexto de la actual pandemia y de la cuarentena que muchos se encuentan realizando.
Ahora, cuando pensamos en creatividad, muchas veces se nos viene a la mente Van Gogh, Chopin o Dalí ¿o no? Sin embargo, si bien la creatividad es una facultad que se manifiesta brillantemente en estos genios, es también una habilidad que todos poseemos y que también puede ser aplicable a la vida diaria.
Dentro de las distintas definiciones de creatividad, la entenderemos como la habilidad de poder generar nuevas ideas o conceptos. Esta visión se asocia a una concepción de la creatividad como un proceso individual.
Por otro lado, Mihaly Csickszentmihalyi, propone que la creatividad es primordialmente cultural, distinguiendo entre dos tipos de creatividad, una de ellas es la “Creatividad” con “c” mayúscula, que se refiere cuando se han cumplido tres aspectos: el primero es el ‘campo’ que consiste en el manejo de una serie de reglas y aportes simbólicos, el segundo es el ‘ámbito’ que implica a todos los especialistas que reconocen el aporte de quien crea y el tercer componente del sistema creativo, es la persona misma. Es decir, la “Creatividad” debe cumplir con estos tres aspectos para ser considerada como tal.
Por otro lado, el mismo autor refiere que existe la creatividad con c minúscula, que es aquella que es aplicada en la cotidianeidad. Implica el ejercicio mental de pensar de una manera divergente frente a los desafíos del día a día.
En esta columna me detendré en este último tipo de creatividad, considerando la atingencia que puede tener para estos tiempos y la utilidad que puede implicar el integrarla en la rutina diaria.
En relación a esto, un primer aspecto a considerar para poder potenciar este tipo de creatividad está el revisar cómo estamos llevando nuestra rutina en el día a día y partir preguntándonnos: ¿estamos haciendo siempre lo mismo y de la misma manera?¿vivimos nuestro día en piloto automático?
De acuerdo a lo anterior, sirve detenerse en que no sólo es necesario partir por observar cómo ha sido nuestra rutina, sino también como le hemos visualizado. Si nos detenemos en cada momento, sintiendo con nuestros cinco sentidos y atentos/as a lo que va surgiendo, probablemente sentiremos que nuestro día no es igual a los demás, ya que estaríamos profundizando en el momento a momento y percibiríamos el cambio constante en el que nos encontramos, lo que es una novedad en sí. Ahora, si también a este cambio de percepción incorporamos algo distinto o nuevo a lo que realizamos cotidianamente mediante una acción distinta a la autoobservación, la vivencia de cómo estamos viviendo adquiere otro matiz.
Un segundo aspecto sobre el que puede ser de ayuda detenernos, es el ver cómo estamos considerando el concepto de creatividad y así preguntarnos: ¿de qué manera soy creativa/o? en vez de ¿soy creativa/o? El comenzar por indagar en qué se expresa esta capacidad en cada uno, permite observar que esta es una habilidad que se encuentra en cada uno pero que se puede expresar en distintas áreas y de diferentes maneras.
En tercer lugar, es importante considerar que la creatividad está asociada a la motivación intrínseca, es decir, aquella que tiene que ver con lo que a nosotros particularmente nos gusta sin necesidad de una recompensa externa. En ese sentido, la creatividad tiene mayor posibilidad de aflorar cuando hacemos algo que nos apasiona, que tiene relación con nuestros intereses.
El cuarto aspecto a considerar, es el poder abrir las posibilidades de exploración y atreverse a “jugar”: el permanecer con una visión autocrítica y de miedo al ridículo (aunque se esté sola/o en casa) sólo bloquea las distintas formas en que podría manifestarse tu creatividad.
En general, no es necesario desplegar una gran cantidad de actividades con los hijos o el estar realizando un sinfín de proyectos para poder contactarse con el aspecto creativo, especialmente en estos momentos en que no necesitamos más exigencias o presiones. Lo que necesitamos está más asociado a una mirada y una actitud frente a la resolución de problemas que se enfrentan diariamente y poder considerarlos con otro foco al usual.
Muchas veces la presión que ponemos sobre el tener que ser creativos sólo impide que esto se pueda desarrollar. El gran desafío es poder contactarnos realmente con quiénes somos, con nuestras pasiones y con nuestra flexibilidad para explorar. De esta manera, es probable que si resolvemos esto, la creatividad fluya.