En Chile existe una gran exigencia para los niños y niñas, siendo actualmente saturados con altas demandas y expectativas en el ámbito académico. En el último tiempo, se han escrito distintos reportajes1donde se ha visto que para que los niños puedan entrar a un colegio (especialmente los particulares) , deben cumplir con una serie de entrevistas, test y exámenes médicos para que se acredite, que los postulantes “vienen bien“ y asegurarse que ojalá ya “sepan algunas cosas” o que este niño y su familia “no nos traigan problemas”.
A nivel público el ojo también está puesto en exigir excelencia, en poner el foco en los alumnos que “rinden”, que les va “bien”, que a eso hay que “premiarlos” con becas o con la posibilidad de que puedan entrar a un buen colegio o universidad.
Y claro, muchos dirán: “bueno así es la vida, mejor que conozcan este mundo lo antes posible y sepan lo que es competir”…o pensamientos similares.
Ahí me quedo pensando, que claro, es relevante poder estimular a nuestros niños y niñas, y también no deja de ser importante que se puedan manejar con lo básico: leer, escribir, sumar, restar, más adelante sintetizar, analizar, etc. El problema, a mi juicio, es cuando ya de entrada se pide que los niños se manejen con contenidos antes si quiera de haber pisado un establecimiento educacional para que luego el foco siga siendo ése: el saber de memoria, el estimular el repetir sin mayor consciencia… donde el espacio para el juego, para lo lúdico, para la imaginación, es apartado a un rincón por que “no hay tiempo para eso”. Bajo toda visión práctica, lo lúdico es aislado incluso cuando puede ser asociado con el aprendizaje, cayéndose en un gran error.
Parece que muchos han olvidado lo que es ser niño o niña, cuando la niñez es una oportunidad única en toda persona, por la que es necesario respetar a aquellas que la atraviesan para que puedan para vivirla plenamente. La niñez es una etapa en la vida donde es necesario aprender a usar todos los sentidos para experimentar, para conocer, investigar y abrirse al mundo. Pero también uno de los momentos más relevantes para poder soñar, viajar e imaginar, a la capacidad de ayudarles a tener su espacio para soñar, imaginar posibilidades, fantasear con sus propias ideas, sus mundos y sus planteamientos sobre este universo.
Lo curioso, es que mientras más facilitemos la posibilidad de soñar, acompañado de un apoyo emocional sólido y constante, más colaboramos a que puedan aprender con goce,con ganas, con una profundidad y energía mucho mayor que cuando son obligados a hacerlo.
Parafraseando a Paulo Freire, el mejor aprendizaje es aquel hecho con cariño y por mi parte añado, que una forma de demostrar cariño en la educación infantil es poder darles el espacio para ser ellos mismos, para jugar, para reír, para aprender y potenciarles sus dones a su ritmo y con respeto.
Lo anterior, me hace recordar, una historia que cuenta Susan Perrow 2, sobre una madre que creía que su hijo era genio, ya que era realmente rápido con los cálculos. Se acercó en una oportunidad a Albert Einstein para preguntarle cómo potenciar la capacidad para las matemáticas de su hijo, a lo que Einstein contestó: “Cuéntele cuentos si quiere que sea inteligente, y cuéntele más cuentos si quiere que sea sabio”. Los cuentos, como bien sabemos son el puente para soñar e imaginar, y de alguna manera esta respuesta nos permite pensar que toda persona puede saber y aprender contenido y materia, manejarse en lo técnico pero lo luego… ¿qué se hace con esta información?, ¿nos estanca, nos hace reproducir más de lo mismo o con esta información avanzamos, porque hemos podido soñar?
Mi invitación, en esta breve columna, es volver a considerar y tratar a los niños y niñas con todo lo que traen, incluyendo su capacidad de soñar. Esa capacidad de soñar habla de su salud mental, de un niño sano, de una niña que se proyecta, de una familia que potencia, de un sistema que contiene y apoya, de una sociedad que sabe lo que es respetar las etapas del desarrollo de un niñoy niña y de proteger y estimular las capacidades que cada uno trae, que reconoce que valorando esto tendremos mejores adultos.
Sin sueños no habría existido nunca un nuevo descubrimiento, ni una nueva teoría. Cuidemos y respetemos a nuestros niños y niñas, partiendo por darle espacio a esta generación y a las que vienen, son los descubridores y creadores del futuro y necesitan de nosotros más que nunca.
1 Entre ellos el reportaje “Coaching examen admisión” (2018) de la Revista Paula que puedes ver en: http://www.paula.cl/reportajes-y-entrevistas/coaching-examen-admision/
2 Susan Perrow relata esta anécdota en su libro “Cuentos Sanadores”.